Mucha gente dice que no le gusta la palabra coach. Que si es una palabra inglesa, que si recuerda demasiado al mundo empresarial, que si suena a entrenador deportivo, que si esto, que si lo otro. A mí sí que me gusta.
Me han sugerido acompañante. Pero mi trabajo no es exactamente acompañar. De hecho, la prueba de que mis sesiones funcionan es que, gradualmente, vas a dejar de necesitar que nadie te acompañe a ningún sitio. Por otro lado, es imposible hacer en compañía la parte más auténtica de tu trabajo. Cuando finalmente consigas expresar eso tan personal, eso tan tuyo que quieres decirle al mundo, lo harás en soledad.
La palabra tutor tampoco me convence. No me veo como protector o vigilante de nadie, que es lo que significa eso en el latín original. Tampoco soy un profesor que vaya a ponerte a examen, ni voy a corregir tus textos con bolígrafo rojo. Lo que necesitas de mí es otra cosa.
Prefiero coach. Está emparentada con la palabra coche. Tiene su origen en la ciudad húngara de Kocs, donde parece ser que se fabricó el primer carro tirado por caballos. El «coche primitivo». El significado actual viene de la jerga universitaria de Oxford en el siglo XIX: muchos estudiantes usaban los servicios de un profesor privado que los «llevaba consigo», que los «transportaba» (carry, «llevar en carruaje») para superar un examen o una materia que se les hacía cuesta arriba. En los años cincuenta, en inglés americano, empezó a significar «vagón de tren de clase económica».
Hay en esto del carro algo muy directo, muy común y corriente, que me cautiva: para el antiguo caminante, el carro era tremendamente útil porque evitaba un gran desgaste físico y un gran cansancio. Y lo hacía de forma sencilla, sin mecanismos sofisticados y de un modo comprensible para todo el mundo: con el uso de algo tan antiguo y normal como la rueda.
Que hagas el viaje más cómodo, sin el desgaste de caer una y otra vez en los mismos errores, sin la dureza de la intemperie. Despejarte el camino de maleza. Ayudarte a no perder el camino. Recordarte adónde era que ibas, y cómo llegar allí con más con más osadía y a la vez con más cordura. Con integridad. Eso es, o a eso quiero que se parezca, lo que hago yo.